Dos estrellas en ascenso iluminan la noche flamenca de Arahal
En la primera noche de este mes de diciembre, se levantó el telón del tercer espectáculo programado en el ciclo de otoño de 2023 por la Peña Flamenca Pastora Pavón “Niña de los Peines” de Arahal, en el auditorio de la Casa del Aire de esta localidad. El evento contó con la participación conjunta, por primera vez, de dos jóvenes artistas de gran talento: Rocío Luna al cante y David de Arahal a la guitarra.
Fotografías: cienxcienflamenco.
En esta ocasión, Conchi Verita, socia de esta peña, fue la encargada de realizar una emotiva introducción al acto, en la que agradeció a Sandra Carrasco y a David de Arahal la excelente labor realizada en los colegios con motivo del Día Mundial del Flamenco. Sin duda, estábamos ante una noche de magia flamenca, con pasión, elegancia y mucho arte, como preconizaban las palabras de la presentación del fantástico cartel, completado por Antonio Amaya «Petete» y Emilio Castañeda a las palmas.
Fotografías: cienxcienflamenco.
La sentida interpretación de una caña, en la que David nos impregnaba de armonía mientras Rocío entraba en el escenario para llenar con sus ayes melódicos el auditorio al compás marcado por «Petete» y Castañeda, daba inicio al espectáculo musical.
La reciente ganadora de la Lámpara Minera regaló al público unos cantes por taranta, acompañados de dos cantes por mineras. Con ello, demostró su dominio de estos palos flamencos, tan arraigados en la tradición andaluza.
Fotografías: cienxcienflamenco.
Posteriormente, Rocío quiso recordarnos a uno de los grandes, Enrique Morente, con su versión de la Leyenda del Tiempo por tientos-tangos, y letra de Federico García Lorca. En los tercios que siguieron por tangos, el aroma de la más grande, nuestra Pastora Pavón, y su «al-gurugú» nos pellizcaba en lo más profundo del sentir flamenco.
La puesta en escena de la seguirilla fue asombrosa. Parafraseando al gran comunicador Manuel Curao, «su cante es como si tuviera una mujer vieja en sus adentros», un sentimiento desbordante que consigue erizar la piel, sumado al prodigio a la guitarra de David, hicieron de este momento un auténtico espectáculo.
Fotografías: cienxcienflamenco.
Momentos festivos con la interpretación de la bulería, en la que Rocío llenó el escenario al levantarse de la silla y, a capela, desplegó toda su esencia, finalizando con una pataíta muy flamenca, a los sones que le marcaban las palmas. Mientras tanto, David acompañaba con maestría en la interpretación de algunas falsetas, que asombraron a los presentes.
Para cerrar el acto, las letras amargas por fandangos añorando al Carbonerillo con «La pena grande… esa no se va, se queda«, contrastaron con la alegría desmedida de los afortunados aficionados que desbordaron el aforo en la confluencia de dos rutilantes estrellas del firmamento flamenco.
Por: Raúl Matute.
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