Antonio Campana, Juan Tomás de la Molía y un público que supo estar a la altura
En la noche de ayer 21 de Octubre se inauguraba el ciclo de otoño 2023 en la Peña Flamenca Pastora Pavón «Niña de los Peines» de Arahal con un recital de baile a cargo del cuadro flamenco liderado por el bailaor Juan Tomás de la Molía.
Este año, el ciclo otoño se ha dedicado al socio fundador Antonio Ruiz Ojeda «Campana». La presentación de esta dedicatoria estuvo a cargo del ilustre D. Manuel Fernández Fuentes, quien evocó momentos flamencos compartidos por el homenajeado con sus compañeros. En su discurso, el presentador anticipó con varias citas lo que experimentaríamos durante la noche. Literalmente dijo: «…si el que tiene el duro es el que lo cambia», y a mi parecer, Juan Tomás tiene la saca llena de puro arte flamenco.
Además del artista principal, el cuadro estaba compuesto por el destacado guitarrista para el acompañamiento, Daniel Mejía, quien reivindica los lazos de este arte internacional viniendo desde México. Daniel fue el encargado de inaugurar el recital con un solo instrumental por Taranta.
En el cante, el Niño de Gines, con su torrente de voz templada, hizo dúo con Jesús Flores de la vecina localidad de Morón de la Frontera. Su cante modulado y muy flamenco completó el cuarteto para el deleite de los presentes.
En cuanto al baile, el distinguido y estiloso Juan Tomás entró en el escenario con cantes de Cádiz para demostrar que su baile es rítmico y lleno de vida. Sus movimientos de manos acompañando las virtuosas piruetas y desplantes, que culminaban su desplazamiento por el escenario, destilaron elegancia en cada paso.
En su segunda aparición, con la Soleá como fondo musical, la belleza de su sosegada cadencia atrapó a una audiencia absorta en el espectáculo. Es destacable cómo, en los momentos de silencio, De la Molía, con el ritmo de los chasquidos de sus dedos y el arrastre de sus pies sobre la sufrida tarima del escenario, nos enseña cómo se baila, plantándose con figura torera y una auténtica expresión flamenca.
En resumen, los entusiastas de esta disciplina, que prácticamente llenamos la Casa del Aire, fuimos testigos de una experiencia flamenca de un nivel artístico extraordinario, encantadora e inolvidable.»
Por: Raúl Matute.
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